09 d’octubre 2009

La biblioteca sin libros (2)

Imaginemos por un momento nuestra biblioteca (pública o cualquier otra) más cercana; hagámonos una imagen mental de cómo es actualmente, con sus equipos, su mobiliario, etc. Todo muy claro, ¿no? De las bibliotecas tenemos una imagen física muy clara y nítida: un edificio de una biblioteca debe ser así, así y así. Un entorno que se repite; consolidado y de éxito. Ahora bien... intentemos modificar esta imagen, y eliminar de ella todos los estantes y todos los libros. Dejémosla vacía. De repente, todo el fondo bibliográfico de la biblioteca se ha esfumado. ¿Cómo reconstruimos esta imagen de la biblioteca? Sin duda nos sorprende esta nueva imagen de un equipamiento que hasta ahora creemos estable y permanente... ¿no? ¿Cómo llenamos ahora las diferentes salas y secciones de la biblioteca?



El martes pasado día 6, durante el Desayuno del COBDC en Tarragona este tema apareció, y la conversación con Javier Celaya me dio algunas pistas de un posible futuro... Un futuro, obviamente, lleno de preguntas aún sin resolver. Así que todo lo que podamos hablar son simples tendencias o pronósticos.

Una de las tendencias a las que apuntaba Celaya fue de que los libros cada vez más estarán en la nube, en la red. Una nube, un espacio digital, un GEPA digital compartido por diferentes bibliotecas, y al que sus usuarios podrán conectarse y descargarse en préstamo los libros que quieran. Este préstamo se controlaría mediante programas similares a los de los cibercafés: cuando se acabe el tiempo de préstamo, la conexión entre el dispositivo del usuario y este GEPA digital se cortará. Es decir, que la licencia temporal de uso del usuario caduca automáticamente, el usuario ya no podría leer ese libro desde su dispositivo, a no ser, claro, que pida prórrogas. En la Universidad de Chicago esto ya se está experimentando.

Así pues, si de repente desaparecen todos los materiales de la biblioteca... ¿como la llenamos? O mejor dicho ... ¿en que nos convertimos? Vayamos por partes:

  • Si la información fluye en océanos digitales, desde la biblioteca será necesario priorizar el acceso como un elemento crítico y fundamental. Así, nuestros espacios deberían llenar con los dispositivos necesarios para su acceso y consulta. E incluso se debería poder modificar, transformar y redistribuirla. Por lo tanto, pienso que veremos un aumento considerable del número de ordenadores en las bibliotecas, que llenarán las antiguas salas de lectura con los estantes. Y también, cada vez más, veremos lectores de libros electrónicos dispuestos como los ordenadores (y con medidas de protección para evitar hurtos, claro). Y por supuesto, doy por hecho que habría red wi-fi para el acceso con dispositivos de los propios usuarios.



  • Evidentemente, aún quedaría mucho espacio... Durante el Desayuno, Celaya apuntaba la especialización como una posible vía. Y reconvertir las salas en función de esta especialización. Comentó el caso de una biblioteca de Helsinki, que se había especializado en música, y reconvertido sus salas en salas de ensayo. ¿En qué se podría transformar tu biblioteca más cercana? ¿Quizá una biblioteca como la del COAC podría acoger pequeños despachos para arquitectos, formando un pequeño vivero de empresas especializado? ¿Y la Marcel·lí Domingo de Tortosa? En las públicas, el asunto es más complicado, y quizás habría que estar coordinado con otras bibliotecas del territorio...



  • Con Celaya llegamos a coincidir en que las bibliotecas se encaminan cada vez más hacia una especie de centros cívicos. O al menos eso parece. Pero que por lo tanto, habría que revalorizar el concepto de centro cívico en nuestra sociedad, y ponerlo en el lugar que le corresponde. Debería haber un proceso de dignificación en nuestro entorno social de los centros cívicos, unos centros que pienso tienen un aire de segunda categoría. La biblioteca pienso que debería liderar esta transformación si, como parece, vamos hacia aquí.


Me imagino una biblioteca extensa y distribuida... o más bien una biblioteca como concepto. Etérea. Y con diferentes nodos físicos de acceso a este concepto: desde centros cívicos, centros, telecentros, Puntos Òmnia, pasando, claro, para cualquier tipología de biblioteca. Y aún más, ¿qué papel jugaremos los bibliotecarios? ¿También seremos un concepto?

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